Mountain Labs
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Hoy en día tener una buena tarjeta gráfica puede marcar la diferencia. Existen una gran cantidad de modelos, de diferentes marcas y funcionalidades, y por lo tanto es fácil perderse en toda la maraña de posibilidades que nos ofrece el mercado.
Hay que tener muy en cuenta el uso que se le va a dar al ordenador. En función de eso, la configuración variará sustancialmente. El usuario debe saber si su equipo estará destinado al entorno profesional o si bien estará enfocado a los videojuegos.
En el caso del trabajo profesional, las GPUs dedicadas al cálculo gráfico van a convertirse en la elección idónea. Por ello, tarjetas gráficas como Quadro® son una elección acertada. Este tipo de soluciones aportan todo lo que necesita el diseño 3D, el renderizado, y las herramientas como Maya, AutoCAD, 3Ds Max o Photoshop.
Las gráficas Quadro permiten calcular grandes estructuras de datos gráficos en entornos 3D que necesiten un proceso muy elaborado de carga poligonal. Un arquitecto, por ejemplo, necesitará una tarjeta que pueda mover gráficos de edificios, los cuales llevan una gran cantidad de líneas de contorno, texturas y estructuras complejas. Normalmente vienen con soporte multimonitor, para que el trabajo pueda visualizarse desde varias perspectivas y no se pierda detalle. También se le administra mucha más capacidad de memoria, puesto que es necesario para mover con soltura lo que aparece en pantalla. Muy importante también es que la tarjeta gráfica elegida esté provista de salidas E/S vídeo.
En el otro lado, los jugadores profesionales, necesitan GPUs que muevan gráficos de diferente índole. Aunque en la práctica pueden parecer lo mismo, lo cierto es que cambia mucho lo que son capaces de hacer. Los videojuegos necesitan hoy en día una tasa de frames por segundo (FPS) muy elevada, dado que el mercado está plagado de shooters y juegos de entornos gráficos 3D bastante complejos. Las desarrolladoras de videojuegos sacan al mercado juegos cada vez más vistosos y espectaculares en los que los efectos de luces y el empleo de partículas están a la orden del día. Todos esos efectos gráficos de última generación necesitan una GPU específica, muy orientada a mover entornos recargados, con infinidad de polígonos y texturas apabullantes. Los personajes obtienen un aspecto más real al usar gráficas como las GTX™ de NVIDIA, cuyos cálculos procedurales les confiere gran realismo a los efectos de maya que se utilizan para hacer rostros y cuerpos humanos. La velocidad de respuesta y las soluciones para evitar entrecortamiento de vídeos y la sincronía vertical son algunos aspectos que hay que tener en cuenta al comprar una gráfica para jugar, además del tipo de memoria y cantidad. Efectos como el antialiasing mejoran los bordes de los objetos, y para ello Nvidia ha creado tecnologías como TXAA, que mejora este aspecto de manera ostensible.
La elección de una buena tarjeta gráfica depende del usuario, de la información de la que disponga y de la cantidad de dinero que esté dispuesto a gastarse. Está claro que cuanto mayor número de características disponga la GPU en cuestión, se encarecerá más. El usuario debe informarse de cuál es la más idónea para su placa base y procesador, y a partir de ahí podrá barajar las diferentes opciones que se le ofrecen. Cuidado también con la alimentación que necesite cada gráfica, pues cada una va alimentada con cierto número de vatios necesario. Si nuestra tarjeta no es del montón, seguramente necesitemos una fuente de alimentación que pueda con ella, variando de los 600 vatios hasta los 1500 o más.
Hay que tener muy en cuenta el uso que se le va a dar al ordenador. En función de eso, la configuración variará sustancialmente. El usuario debe saber si su equipo estará destinado al entorno profesional o si bien estará enfocado a los videojuegos.
En el caso del trabajo profesional, las GPUs dedicadas al cálculo gráfico van a convertirse en la elección idónea. Por ello, tarjetas gráficas como Quadro® son una elección acertada. Este tipo de soluciones aportan todo lo que necesita el diseño 3D, el renderizado, y las herramientas como Maya, AutoCAD, 3Ds Max o Photoshop.
Las gráficas Quadro permiten calcular grandes estructuras de datos gráficos en entornos 3D que necesiten un proceso muy elaborado de carga poligonal. Un arquitecto, por ejemplo, necesitará una tarjeta que pueda mover gráficos de edificios, los cuales llevan una gran cantidad de líneas de contorno, texturas y estructuras complejas. Normalmente vienen con soporte multimonitor, para que el trabajo pueda visualizarse desde varias perspectivas y no se pierda detalle. También se le administra mucha más capacidad de memoria, puesto que es necesario para mover con soltura lo que aparece en pantalla. Muy importante también es que la tarjeta gráfica elegida esté provista de salidas E/S vídeo.
En el otro lado, los jugadores profesionales, necesitan GPUs que muevan gráficos de diferente índole. Aunque en la práctica pueden parecer lo mismo, lo cierto es que cambia mucho lo que son capaces de hacer. Los videojuegos necesitan hoy en día una tasa de frames por segundo (FPS) muy elevada, dado que el mercado está plagado de shooters y juegos de entornos gráficos 3D bastante complejos. Las desarrolladoras de videojuegos sacan al mercado juegos cada vez más vistosos y espectaculares en los que los efectos de luces y el empleo de partículas están a la orden del día. Todos esos efectos gráficos de última generación necesitan una GPU específica, muy orientada a mover entornos recargados, con infinidad de polígonos y texturas apabullantes. Los personajes obtienen un aspecto más real al usar gráficas como las GTX™ de NVIDIA, cuyos cálculos procedurales les confiere gran realismo a los efectos de maya que se utilizan para hacer rostros y cuerpos humanos. La velocidad de respuesta y las soluciones para evitar entrecortamiento de vídeos y la sincronía vertical son algunos aspectos que hay que tener en cuenta al comprar una gráfica para jugar, además del tipo de memoria y cantidad. Efectos como el antialiasing mejoran los bordes de los objetos, y para ello Nvidia ha creado tecnologías como TXAA, que mejora este aspecto de manera ostensible.
La elección de una buena tarjeta gráfica depende del usuario, de la información de la que disponga y de la cantidad de dinero que esté dispuesto a gastarse. Está claro que cuanto mayor número de características disponga la GPU en cuestión, se encarecerá más. El usuario debe informarse de cuál es la más idónea para su placa base y procesador, y a partir de ahí podrá barajar las diferentes opciones que se le ofrecen. Cuidado también con la alimentación que necesite cada gráfica, pues cada una va alimentada con cierto número de vatios necesario. Si nuestra tarjeta no es del montón, seguramente necesitemos una fuente de alimentación que pueda con ella, variando de los 600 vatios hasta los 1500 o más.