Tendría que remontarme a 2013 (ya ha llovido), curiosamente año de salida de una nueva generación de consolas (XBox One, PS4), aunque, claro está, habla un jugador de PC. Por aquel entonces quedé sorprendido con dos juegos: Crysis 3 (andar entre aquella hierba fue estupendo); y Metro Last Light (y su luz a través de aquellas gafas manchadas).
Si quisiera torturarme aún más tirando de nostalgia, tendría que retroceder a 1999, por aquel entonces una Voodoo 3 2000 (fabricada a 250nm, sí, y con bus AGP 2x) me brindó la ocasión de poder palpar la tensión y gozar visualmente mientras cruzaba los pasillos de Unreal (el original, ninguno de los Tournaments posteriores), lanzado un año antes.
En el horizonte, pudiera ser el 2020 el año en que algo como Cyberpunk 2077 marcase un nuevo hito en cuanto a calidad y a poder de aturdimiento gráfico.